¿Cómo ayudar a tus hijos a ser más resilientes? ¿La resiliencia se adquiriere o se tiene? ¿Cuál es el papel de los educadores, padres de familia en la formación de la resiliencia?
Alumnos motivados hacia el esfuerzo, con una gran capacidad de adaptación y de resolver conflictos. Alumnos fuertes. Alumnos resilientes. Desde UNIR te damos algunas ideas de actividades para trabajar la resiliencia en el aula y vemos sus beneficios en los estudiantes.
La resiliencia se debe trabajar de manera transversal en todas las materias, pero es un contenido clave en las sesiones de tutoría. La idea es trabajar los tres factores claves de la resiliencia: el yo tengo, yo soy y yo puedo (modelo de Grotberg), con ejercicios y actividades para que el alumno se conozca mejor.
El “yo tengo” hace referencia a todo aquello que el alumno tiene a su alcance para superar los problemas: una familia que le quiere, amigos en los que confiar y a los que pedir ayuda en los momentos difíciles. El “yo soy” engloba sus cualidades positivas y los potenciales que esconde, sus fortalezas; y el “yo puedo”, aquellas metas que puede conseguir: expresar y superar sus miedos, pedir ayuda en una encrucijada, recurrir a su ingenio para solventar un problema…
La base para educar en la resiliencia también arranca con la educación de las emociones: actividades que ayuden a los niños a identificar sus estados de ánimo, a expresarlos y a convertir una emoción negativa en positiva. El educador puede crear tarjetas con situaciones-problema del día a día de sus alumnos y animarles a que propongan soluciones y expresen cómo son sus sentimientos cuando se encuentran en un conflicto semejante.
También son muy aconsejables los talleres de debate para trabajar la empatía y la superación. A través de análisis de textos o de películas archiconocidas como Up o Cadena de favores se pueden establecer grupos de discusión.
Por último, señalar que el arte y la creatividad son otra manera magnífica para trabajar la resiliencia. Por ejemplo, a través de dibujos el niño puede proyectar cómo se ve y cómo ve a los demás, incluso expresar sus miedos y problemas que no se atreve a compartir de manera verbal. En esta misma línea, un buen recurso pedagógico para trabajar la resiliencia en clase son los talleres de pintura, de creación de cuentos y de teatro.
¿Pero qué es la resiliencia exactamente?
La resiliencia es la capacidad que tenemos para afrontar y superar de manera positiva los problemas que nos van surgiendo en la vida. Una persona resiliente es aquella que no evita o se derrumba ante una situación estresante o adversa. Al contrario, se crece ante la vicisitud y convierte una experiencia negativa en una oportunidad para mejorar y desarrollar sus potenciales.
Alcanzar esta capacidad conlleva un entrenamiento, un aprendizaje que comienza ya en la infancia, donde la escuela y el educador tienen un papel fundamental para que el niño adquiera y desarrolle esta cualidad.
Los alumnos con buena resiliencia se sienten más seguros consigo mismos y en el entorno escolar. Desarrollan emociones positivas hacia el aprendizaje y los retos que supone aprender (el componente emocional está estrechamente relacionado con la motivación y rendimiento en el estudio).
A nivel de grupo, los beneficios también son muchos. Cuando se trabaja la resiliencia, mejora el clima dentro del aula. Los alumnos adquieren buenas habilidades para resolver conflictos, se muestran más colaborativos y participativos. También la resiliencia fortalece a los niños más vulnerables hacia el acoso o la discriminación, por lo tanto, educar en la resiliencia es educar en la inclusión: enseñar valores sociales tan importantes como la empatía y el respeto.
¿Qué factores se deben potenciar para trabajar la resiliencia?
- – La autoestima e introspección: se anima al alumno a explorar sus fortalezas.
- – La interacción y cooperación: se le enseña a pedir apoyo cuando lo necesita u ofrecerlo siempre que pueda. Y cuando un alumno ayuda a otro se siente importante, capaz. Por lo tanto, mejora también su autoestima.
- – El control de sus acciones: se conciencia al alumno que para superar una adversidad y mejorar una situación conflictiva el cambio debe comenzar en uno mismo.
- – Mostrarse positivo ante los problemas nos encamina al éxito.
- – La confrontación ante un problema, educando en técnicas para la resolución de conflictos y habilidades de comunicación.
Docentes resilientes para alumnos resilientes
No tendría sentido educar en la resiliencia si los propios maestros y profesores no muestran dichas capacidades. Gran parte de nuestro aprendizaje es por observación. Por lo tanto, el docente debe convertirse en ese ejemplo de fortaleza y superación para sus alumnos. En este sentido, el equipo de Psicopedagogía del centro tiene doble labor: la de establecer las bases para promover la resiliencia entre el alumnado a través de programas, actividades y tutorías; y la de instruir a los maestros en la resiliencia.
Rasgos del maestro resiliente:
- – Se muestra asertivo con sus alumnos y seguro de sí mismo cuando surgen problemas y conflictos en el aula.
- – Es paciente y positivo.
- – Apoya emocionalmente a sus alumnos: se preocupa por crear un clima en clase que ofrezca seguridad a todos.
- – Fomenta la participación, escucha las opiniones y promueve la actitud autocrítica. Anima a la reflexión e introspección cuando se exponen los contenidos y tareas en clase.
- – Refuerza los logros y guía a los estudiantes para el éxito.
- – Cree en el poder del diálogo.
- – Promueve las actitudes creativas y artísticas, el ingenio de sus alumnos.
En conclusión
Un alumno que aprende desde niño a ser fuerte, a mirar desde una perspectiva positiva los problemas, tiene altas probabilidades de convertirse en un adulto con buenas habilidades psicológicas para afrontar las futuras adversidades que se crucen en su vida. Por lo tanto, trabajar la resiliencia en el aula tiene un carácter claramente preventivo. Una enseñanza que asegura el desarrollo integral del niño y su bienestar futuro.